Los caudales están disminuyendo progresivamente allí donde hay asentamientos humanos. Los investigadores atribuyeron la disminución de un 30% promedio a factores asociados al cambio climático, pero también puede ser debido a las represas o el aumento de las zonas de cultivo.
Todos sabemos que estamos hechos mayoritariamente de agua, al igual que nuestro planeta. En todo el mundo hay consciencia de la importancia de este recurso, sólo en el 2001 hubo entre 1.085.000 y 2.187.000 muertes debido al factor de riesgo: 'agua, saneamiento e higiene'; el 90% eran niños menores de cinco años (OMS, 2004). La disponibilidad de los recursos hídricos en nuestro país nos hace pensar muchas veces que estamos fuera de cualquier riesgo y actuamos de manera irresponsable tanto a nivel doméstico como a nivel político. Lo cierto es que esta creencia se evapora con el calentamiento global y el uso indiscriminado.
La semana pasada el río Illapel arrojó 950 litros de caudal, cuando el promedio para esta época del año es de 4.000 litros. Si por casualidad este problema salió a la luz pública es porque es una zona económicamente importante debido al aumento de los cultivos en la zona. Pero este no es un caso aislado, científicos del Centro nacional para la Investigación Atmosférica de Boulder, Colorado, investigaron el caudal de 925 ríos de todo el mundo a lo largo de 50 años, desde 1948 hasta 2004. Las conclusiones son sencillas: los caudales están disminuyendo progresivamente allí donde hay asentamientos humanos. Los investigadores atribuyeron la disminución de un 30% promedio a factores asociados al cambio climático, pero también puede ser debido a las represas o el aumento de las zonas de cultivo.
Ahora bien, no habría de qué preocuparnos si tuviésemos una legislación que brindara protección a nuestros recursos hídricos, pero ni si quiera son “nuestros”. El código de aguas estipula en su artículo 5 que “las aguas son bienes nacionales de uso público y se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas”, y adivinen: Los particulares ya se han adjudicado gran parte de los derechos de aguas y el único límite para el goce de este derecho (además de respetar la moral y las buenas costumbres) es que no puede afectar los derechos de terceros. Este tipo de política de cesión de derechos de aprovechamiento de aguas ha llevado a la DGA (dirección general de aguas) a declarar el agotamiento de ríos como el Loa, el Choapa, el Limarí, el Tinguiririca, el Laja y todos los respectivos afluentes así como el primer tramo del río Mapocho y el Aconcagua.
Ya todos conocemos la polémica que hay sobre las represas en Aysén que afectarán el Baker y el Pascua y que fue rechazado por la CONAMA debido al impacto que generaría . Pues los derechos de aprovechamiento de agua ya están en manos de Endesa hace varios años. Las cosas se están haciendo, y se están haciendo mal. Si seguimos a este ritmo quizás no llegaremos a los niveles de escasez de agua que hay en medio oriente, pero sin duda tendremos problemas que pudimos haber evitado con medidas sencillas que pueden ser tomadas aún a tiempo.
1 En 2006 el SEIA aprobó 1140 proyectos y en sólo en 2007 esta cifra se disparó hasta 4778.
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